(Entrada original en Blogestudio.com.)
Hoy por hoy, es imprescindible un equipo multidisciplinar para una empresa de servicios de Internet. Ningún cliente es igual que otro, el mito de la escalabilidad infinita ha caído, aunque algunos parecen no enterarse. Hasta para hacer un producto que pueda ser adaptado en poco tiempo a los requerimientos especiales de un cliente hay que tener una buena planificación y un equipo bien integrado.
Las empresas de servicios de software son como cualquier otra: hay que mantener los costes bajos y la calidad de los productos alta. Un estudio de blogs como el nuestro da blogs muy personalizados, tanto en el diseño como en los servicios (formación, herramientas del blog,…). ¿Cómo mantener un producto a medida o personalizado sin tener que empezar desde los cimientos en cada proyecto? Una plataforma versátil y rápida de adaptar es la clave de este negocio. Hay que invertir en cada proyecto que se emprende para que ese tiempo, ese trabajo sirva para otro que pueda venir en el futuro. Es un dilema puñetero, difícil de resolver, pero vital para la supervivencia. Y es un dilema que no puede ser resuelto si no es desde un equipo bien integrado con especialistas que proponer la herramienta adecuada cuando es necesario, o ese diseño que se integra bien con la nueva herramienta de etiquetaje de contenidos, o con la novedad en posicionamiento en buscadores. Versatilidad y apertura a la innovación.
Blogestudio ha tenido en cuenta este dilema desde su fundación: compuesta únicamente por socios que son grandes especialistas en todos los campos relevantes de este negocio (diseño, maquetación, programación, usabilidad, accesibilidad, comunicación, formación), no quedaba otro remedio que enfrentarse de cara con esta (falsa) disyuntiva. Porque la hemos resuelto con la ayuda de este fantástico gestor de contenidos que es WordPress, con su comunidad de desarrolladores.
La cara oscura de todo esto llega cuando te enfrentas a un posible cliente que quiere algo tan original tan original que el desarrollo implica muchas muchas horas de trabajo para hacer alto tan diferente que apenas es aprovechable para otro proyecto.
El concepto que nos ayudó a resolver (o por lo menos, a abordar) este problema se llama “curva de aprendizaje“. ¿Cómo evaluar si la inversión de tiempo para aprender a realizar una tarea (nadie nace sabiendo) merece la pena? ¿Se rentabilizará en futuros proyectos en los que se podrá hacer más rápidamente (= económicamente). Si esa curva es muy pronunciada, habrá que compararla con el precio que los clientes estén dispuestos a pagar. Si no… es posible hacerlo “por amor al arte”.
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