Blog

  • Oráculo digital: La pereza intelectual en la era de la IA

    Oráculo digital: La pereza intelectual en la era de la IA

    Piensa en un tema importante: Cambio climático, China, Astrofísica, déficit público, la IA… ¿De quién fiarte para saber sobre algo? ¿Quién te dice la verdad, su opinión sincera? ¿Quién sigue unas directrices para manipularte, esto es, un propagandista o un vendedor de algo más? ¿Quién habla de oídas, repitiendo como un papagayo?

    Papagallo no.15 la Piovra Russa

    Se puede aprender mucho de un propagandista, si se invierte tiempo, puedes aprender cuál es su visión del mundo. Suelen estar preparados con un argumentario con coherencia interna, completo (o actualizable en tiempo real). Seguros y reconfortantes ante el malestar que da la ignorancia. El problema es: para distinguir a un sabio de un farsante y de un propagandista hay que dedicarles mucho tiempo. Y ahí está el quid de la cuestión. Nuestra sensación es que con internet toda la sabiduría está a nuestro alcance sin el esfuerzo de tener que estudiar a fondo, de contrastar ideas y hechos, pensar la lógica de los razonamientos. Y esa sensación es el caldo de cultivo perfecto para la manipulación.

    No hablamos solo de un vago riesgo futuro. Desde el comienzo de la internet colaborativa el riesgo está ahí. Pero con la generalización de las redes sociales y la destilación de formatos hiperefectivos y fugaces, la escala del problema es mayor, aún siendo esencialmente uno con el que nos enfrentamos desde hace tiempo. Este blog está plagado de reflexiones sobre el tema, sobre el uso de la tecnología, no sobre su propia naturaleza. Una gran diferencia es que ahora hay toda una industria de la influencia operando a mayor escala. Empresas que nos perfilan para vendernos no solo productos, sino estilos de vida. Países enteros que despliegan ejércitos de bots e influencers pagados para desestabilizar el debate. Y, por supuesto, nuestros partidos políticos, que están perfeccionado el arte de la escucha reactiva. Ya no se trata tanto de liderar con una visión coherente, sino de detectar qué narrativas están calando en la sociedad, qué miedos o anhelos vibran en cada grupo, para luego amplificar ese mensaje y devolvérselo a cada cual como si fuera una propuesta original. Le dan a la gente exactamente lo que quiere escuchar, convirtiendo la política en un eco de los prejuicios de la tribu. Como argumenté hace un tiempo, nos hemos vuelto prisioneros de relatos simplificados que otros construyen para nosotros.

    En este ecosistema de pereza y miedo a la manipulación propagandística, hemos decidido invocar a un nuevo dios salvador: la inteligencia artificial generativa. Le preguntamos a nuestro móvil sobre la fundamentación de una moral universal y una voz sintética nos contesta con una pulcritud que desarma. Le pedimos en nuestro ordenador un análisis sobre la última crisis geopolítica y nos ofrece bullet points que parecen la verdad revelada y que parecen coherentes. Rápido, limpio e indoloro. Sin sudor mental, dolor de cabeza o paradojas. Hemos externalizado nuestra pereza a un oráculo de bolsillo que, a su vez, ha sido entrenado incluyendo la totalidad del ruido digital que hay en nuestra biblioteca global. Un ruido donde los manipuladores profesionales campan a sus anchas.

    Cuadro: Young Girl Reading by Jean BaptisteCamilleCorot

    El resultado es un eco glorificado. Un eco que puede ser tan sutilmente sesgado como el más hábil de los propagandistas, porque la IA no distingue la verdad de la repetición. Intentamos zafarnos y nos encuentran de nuevo. Como bien señalaba Enrique Dans, el problema de los sesgos en estas herramientas es profundo y complejo, y a menudo refleja las miserias de los datos con los que las alimentamos. La máquina, por diseño, busca la respuesta más probable, la más pulida, la que tiene la mejor correlación de palabras, no necesariamente la más veraz. El propagandista perfecto ya no es el que grita consignas, sino el que susurra «verdades» con la voz neutra y omnisciente de un asistente virtual.

    Nos enfrentamos a una paradoja monumental: tenemos más acceso a la información que nunca, pero quizás estemos pensando menos de lo que debiéramos. El tiempo que nos ahorramos de estudiar muchos libros no lo invertimos en reflexionar sobre la información que nos llega. Delegamos la tarea de pensar en algoritmos mientras actores muy concretos se frotan las manos. La cuestión de fondo, como se explora a menudo en los debates de la Fundación Juan March, no es solo tecnológica, sino profundamente filosófica: ¿qué es la verdad en la era de su producción industrial?. Nuria Oliver nos lo cuenta bien en esta conferencia.

    Una composición artística que combina hojas de otoño de colores diversos con engranajes y piezas metálicas, junto a una figura de rostro humano con un diseño de red, reflejando la interacción entre la naturaleza y la tecnología.

    Así que nos quedamos aquí, preguntándonos si no es una ingenuidad suicida entregarle una herramienta como la IA a quienes ya intentan manipularnos, una IA capaz de automatizar esa manipulación a una escala nunca vista. ¿Estamos realmente dispuestos a delegar nuestro juicio crítico a cambio de la comodidad de una respuesta inmediata, sacrificando la capacidad de navegar en esa incertidumbre que es, en esencia, la base del pensamiento libre? En un mundo donde una máquina puede fabricar discursos de experto y realidades sintéticas, quizás el mayor riesgo no es que se vuelva contra nosotros, sino que nos volvamos tan cómodos en nuestra pereza intelectual que aceptemos la primera respuesta convincente como la única verdad posible, olvidando por completo cómo pensar por nosotros mismos.

    No estoy hablando de tecnología, sino de cómo la utilizamos.

    (Muy pronto, una segunda parte de esta reflexión)


  • Otro más para la IA

    Otro más para la IA

    Llevo dos años trabajando con IA para integrarla en los procesos de los clientes de @Mecus. Al principio, las tareas eran sencillas: encontrar etiquetas y categorías, rellenar campos de registros de artículos científicos y resúmenes, y aligerar el proceso de publicación de contenidos. 

    Es evidente que aplicar IA para potenciar WordPress es casi un camino natural: cuenta con una API robusta, procesos bien detallados y, sobre todo, una comunidad de desarrolladores brillante, trabajadora y generosa que no duda en compartir sus logros o liberar código, ¡un auténtico acelerador para todos! Sin embargo, no nos engañemos: domesticar la IA para sacarle verdadero partido es otra historia. Es un viaje complejo donde cada día surgen problemas que resolvemos y, con ellos, se abren fascinantes avenidas de mejoras y automatización. Para mí, cada uno de estos son los nuevos y emocionantes rompecabezas que me mantienen al pie del cañón.

    Cuando mi amiga Teresa Suárez me dijo que estaba empezando a colaborar con People1, consultora de IA liderada por un viejo conocido, Joaquín Peña, y que me interesaría conocerla, no sabía que terminaría siendo la solución a muchos de mis bloqueos para integrar la IA cada vez mejor.

    Logo de People1

    Me entusiasma anunciar mi incorporación a People First (people1.ai / P1) como Jefe de Operaciones y Producto!

    People1 se dedica a integrar la inteligencia artificial en los procesos de las empresas para que sean más humanas, rentables y eficientes, además de desarrollar productos que todo el mundo pueda utilizar, incluyendo desarrollos con WordPress, el gestor de contenidos más grande del mundo y que me lleva dando de comer más de 15 años.

    P1 está transformando el negocio de la consultoría y cuenta con un motor de IA multiagente propio llamado Flock que proporciona autonomía, estabilidad y seguridad: justo lo que necesitaba Mecus.

    Yo también necesitaba cambios. Echaba de menos trabajar con un equipo centrado y con objetivos ambiciosos. En People no solo están Joaquín y Teresa. Ana Candela, Javier García, Miguel Ángel y Jorge Paniza son personas extraordinarias con habilidades únicas para un equipo multidisciplinar y complementario. A los pocos días de trabajar con ellos, su entusiasmo y talento me convencieron de que era el lugar adecuado para aprovechar los grandes cambios que se avecinan.

    No diré nada nuevo sobre el potencial de la IA (ya podéis leer mil opiniones diferentes de personas con distintos niveles de conocimiento y sinceridad). En P1 he visto una combinación extraordinaria de conocimientos técnicos, creatividad y visión sobre la IA que no he visto en ningún otro sitio. 

    Ahora toca seguir dándolo todo y acompañado por gigantes. Si te interesa conocer más, nos vemos el día 12 en el evento que hemos organizado desde People1 para hablar con gente fantástica sobre la importancia de tener en cuenta el componente humano cuando utilizamos la IA. BoostPeople.ai es un evento híbrido (presencial y por streaming en directo) en el que mostraremos algunos casos de estudio y la potencia de la aproximación de los multiagentes para transformar las organizaciones y mejorar la vida de las personas.

    Los proyectos de Mecus no se verán afectados, de hecho, el equipo de P1 nos podrá ayudar con los desarrollos en marcha acelerándolos, ya que estamos preparando para Flock varios productos de WordPress. P1 es una empresa dedicada a revolucionar de manera simultánea dos industrias: la de la consultoría y la del desarrollo de procesos. 

    Así que … ¡OTRO MÁS PARA IA!

    Por cierto: ¡Estamos contratando! Este domingo tenemos hackathon, por si te apetece probar a trabajar en serio con la IA.


  • Stendhal en la Magdalena

    Stendhal en la Magdalena
    Foto de un grupo de cantantes esperando en la sacristía de una iglesia antes de salir a cantar
    Stendhal en la Magdalena – Foto de Juan Romero @jrompri

    Nervios antes de un concierto. Estás en una sala con la Escolanía calentando voces y terminando de ajustar el vestuario. Llega el momento: nos llaman y bajamos por una escalera estrecha que nos lleva a la sacristía. El equipo de producción lo tiene todo listo. Cruzas un pasillo y esperas a que llamen a tu cuerda. Escuchas: ¡Tenores! y te entra un latigazo de nervios desde los pies hasta el cuello. Avanzas en la oscuridad y te deslumbra la luz y la majestuosidad de la Iglesia de la Magdalena. Un shock por esos los techos, pinturas, decoraciones… y entonces ves el retablo principal mientras subes los escalones para colocarte en tu sitio. Te das la vuelta para ponerte cara al público y ves desde el crucero, la nave central que culmina en una vidriera hermosísima. Paralizado, no ves al público, no sabes dónde estás ni qué tienes que hacer.

    Reconozco con vergüenza que no recuerdo haber visitado antes la Iglesia de la Magdalena. Imperdonable. Miles de veces pasando por la puerta, decenas de personas que me recomendaban verla y ¡no atesoro en la mente el momento haberla visto! Porque si ése fuera el caso, tendrían memoria de ello.

    Me fueron volviendo los sentidos poco a poco y ya escuchaba una suite orquestal de Bach en un órgano, que era la música que estaba amenizando al público mientras se colocaban mis cincuenta compañeros escolanos. Empiezo a ver al público, que llena los bancos de la iglesia, unos turistas que deambulan por las capilla laterales, nuestro organista, el director, los compañeros de cuerda a mi lado. Y, de repente, empieza a hablar detrás mia la presentadora, a la que han puesto un atril precioso. ¡Vuelvo a la realidad! Ya sé dónde estoy y a qué he venido. Me recompongo mientras ella nos habla del significado del Corpus Christi y consigo tener la mente de nuevo en el concierto que tenemos que dar. Me ha dado un pequeño «stendhalazo barroco». Gracias a Dios de que era leve y me he podido recuperar a tiempo para cantar la primera pieza: Ave Verum Corpus de Mozart.

    (Después cantamos Locus Iste de Anton Bruckner)

    LOCUS ISTE A DEO FACTUS EST,
    INAESTIMABILE SACRAMENTUM,
    IRREPREHENSIBILIS EST.

    Este lugar fue hecho por Dios,
    un sacramento de valor incalculable,
    libre de todo defecto.

    (Después cantamos la cantanta BWV 19 de Bach)

    DEM WIR DAS HEILIG ITZT

    Dem wir das Heilig itzt
    Mit Freuden lassen klingen
    Und mit der Engel Schar
    Das Heilig, Heilig singen,
    Den herzlich lobt und preist
    Die ganze Christenheit:
    Gelobet sei mein Gott
    In alle Ewigkeit!

    Al que ahora el Sanctus
    jubilosos entonamos
    y al que con los ángeles
    cantamos: Santo, Santo,
    de corazón alabe
    toda la cristiandad.
    ¡Alabado sea mi Dios
    por toda la eternidad!


  • Escuchar a Bach siempre es bueno

    Escuchar a Bach siempre es bueno

    A raíz de este vídeo de Rick Beato (Why Not Listening To Bach Is A Mistake) me puse a pensar en Bach y lo que su música representa para mi. En el vídeo, Rick recopila las citas a Bach de algunos de los músicos de pop y rock que ha entrevistado y lo importantes que es para ellos: Sting, Pat Metheny, Billy Corgan, Keith Jarrett, Dominic Miller, Peter Frampton, Christopher Cross, Steve Morse, Bela Fleck,….)

    No recuerdo cuál fue el primer disco de Bach que tuvimos en casa, pero probablemente sería el de los conciertos de Brandenburgo. Los discos de vinilo desaparecieron de casa de mis padres, así que no sabría decir qué versión era, pero sí que mi disfrute de la música no sería el mismo sin él.

    Bach es fácil y difícil. Debe ser fácil porque muchísima gente lo disfruta, no soy especial. Debe ser difícil porque sólo cuando lo escuchas muchas veces y con atención crees que descubres matices interesantes e inmediatamente te parecen más importantes y brillantes que lo que te gustaba al principio. Lo que ahora algunos llaman descubrir «capas sobre capas» es algo que el amigo Johann Sebastian hacía cada día con cada obra. En principio no era raro en el barroco el uso de las fugas, de las polifonías donde varias melodías coexisten y tu cerebro las va siguiendo con placer. Pero Bach te atrapa, secuestra tu atención y te lleva de aquí a allá dándote un placer puro y sorpresas entre líneas previsibles. Otros músicos de su época también lo hacen, pero yo no lo he sentido con la intensidad con la que he sentido a nuestro amigo alemán.

    Mi Bach es muy básico. Me he ensimismado con las obras más tópicas y típicas, pero conozco los límites de mi conocimiento porque cuando escucho una obra nueva, me doy cuenta de que es tan maravillosa o más que las que sí conozco, que es cuestión de tiempo amarlas y disfrutarlas tanto o más como las que sí controlo.

    Aquí os pongo algunas de mis obras y versiones de Bach (Ver lista de reproducción abajo):

    • Variaciones Goldberg (BWV 988): Cualquier versión de Glen Gould, aunque la primera, con la que me enganché, fue la de 1956). (La discusión sobre si Gould interpreta o inventa es otra que ya he tenido en muchos sitios)
    • Suites de cello (BWV 1010-1012). El disco de Anner Bylsma con un instrumento barroco es maravilloso. El desgarro, casi con sonido metálico, es el que reconozco como mío. Otras versiones, como las de Pau Casals o la de Yo Yo Ma o Myska Maysky me gutsan mucho también, pero no puedo evitar que mi favorita sea la de Bylsma
    • Conciertos para uno y dos violines (BWV 1041-1043). Las versiones de los hermanos Oistrahk tienen una intensidad justa, ni demasiado ni corta. Uno de mis primeros CDs.
    • Clave bien temperado (Libro 1 BWV 846-869). La versión de Barenboim de 2004 es la que yo me compré. Mi padre tenía la de Gould y nunca nos pusimos de acuerdo sobre cuál era mejor.
    • La pasión según San Mateo (BWV 244). Hace poco descubrí la de la Emsemble Pygmalion dirigidos por Raphael Pichon y no puedo escuchar otra.
    • Bach visto por un músico de Jazz, Jacques Loussier. (Uno de mis discos favoritos)
    • Un disco soviético de cantatas que tengo que buscar en casa de mi madre y que era complicado de entender para mi, pero que creo que ya estoy preparado.
    • Los CDs de mis vecinos del noveno piso (cuando vivía con mis padres), que me prestaban y que disfrutaba tanto que creo que abusaba indecentemente.

    Esas son las músicas que he atesorado durante varios años. Ahora, que he empezado a cantar, entiendo a Bach de otra forma, porque en la Escolanía Salesiana María Auxiliadora me están enseñando (tardaré años en dominarlo) cuatro maravillas:

    1. Jesus bleibet meine Freude, de la cantata Herz und Mund und Tat und Leben (BWV 147).
    2. Dem wir das Heilig itzt (de BWV 129).
    3. Lobe den Herren (de BWV 137).
    4. Ich will dich mit Fleiß bewahren (de BWV 248).

    La música es completamente distinta cuando la interpretas que cuando simplemente la escuchas. No puede ser lo mismo cuando sacas el sonido de un código en pentagramas que cuando simplemente te expones a un sonido hecho por otro ser humano para impactarte. Leer partituras, saber solfeo, es la conexión mecánica con la parte orgánica, el milagro de algo frío y aséptico que se convierte en música tanto por el talento del compositor como el del músico.

    Para aprender más cosas de Bach están:

    1. El monumental programa de Radio Clásica, la hora de Bach que terminó hace poco pero que seguirá siendo una fuente de placer y conocimiento. Desde 2015 Sergio Pagán ha creado uno de los mejores programas de la radio española.
    2. El libro de John Eliot Gardiner «La música en el castillo del cielo», de la editorial Acantilado. Aunque sólo he podido hojearlo dos o tres veces, ensimismándose tanto que he decidido leerlo de un tirón en cuanto tenga vacaciones y pueda dedicarle varias horas al día.
    3. El episodio de La Cultureta sobre el libro de Gardiner:
    
    
    
    
    

    Iré recopilando mis obras de Bach favoritas en esta lista:

    Mis obras de Bach favoritas

    No puedo evitar poner mi vídeo favorito de Bobby McFerrin:

    ¿Cuál es tu obra favorita de Bach? No te cortes:


  • Hamnet, una reseña del libro de Maggie O’Farrell

    Hamnet, una reseña del libro de Maggie O’Farrell

    Olvida las personas reales, concéntrate en los personajes que te muestren su humanidad.

    Eso es lo que quiere este libro.

    Con los pocos datos de la vida familiar de Shakespeare, la autora nos cuenta cómo pudieron ser las personas que dejó atrás en Stratford mientras triunfaba en Londres. Cómo eran su esposa, sus hijos y su familia o, mejor, cómo pudieron ser, rellenando los inmensos huecos sobre ellos con historias que ningún historiador consideraría aceptables. A pesar de ello, la narración se me antoja verosímil en tanto en cuanto esas personas que existieron tenían que tener sus vidas, aunque no podamos, ni remotamente, saber algo profundo de ellas. En vez de olvidar ese intento fútil de representar fielmente qué pasó, la maravilla Maggie O’Farrell nos muestra (se inventa) una vidas maravillosas y trágicas, pueblerinas y naturalistas, ingenuas y realistas, más creíbles que el hueco vacío que la racionalidad razonable nos crea cuando no hay datos para sostener un perfil de un personaje histórico.

    Imagino que la autora quería contar cómo afrontan unos padres la muerte de un hijo. Imagino que al conocer que el hijo de Agnes y William murió pocos años antes de que se escribiera Hamlet se llamaba Hamnet sabía que ahí había una historia que contar, una historia imaginada sobre unos pocos datos corroborados.

    Ficción con un poco de realidad. Una historia con un poco de Historia. Pero sin engañar (¿es posible). Y maravillosamente escrito.

    Lo podéis encontrar en: