Cuando el humo de la batalla se disipa, comienzan las mentiras de los relatos. Ya puestos en las analogías bélicas, usemos las buenas. Veamos la creada por uno de los grandes, Steven Spielberg. Utilicemos su historia y su personajes para disipar la niebla.
Al final de Salvar al soldado Ryan, sólo los supervivientes pueden contar qué ha pasado. Y podemos imaginar que no contarán sus trapos sucios. Para ser admirados por los demás, todos seleccionamos la mejor foto para nuestro «catálogo», nuestro mejor perfil para mostrarnos guapos. Especialmente si el héroe de verdad ha caído en combate y sólo quedamos nosotros para reclamar y disfrutar la victoria.
El cabo Upham es bienintencionado pero siempre le superan las circunstancias. Hasta el uniforme le queda grande, tiene un cuerpo delgado y frágil. Es humano, como los demás, pero está desubicado, el frente no es su lugar. Es empático y moral, pero sus propuestas tienen consecuencias terribles. Cuando de verdad hace falta, el miedo lo paraliza y muere gente. Es políglota, culto, sabe leer mapas, pero es inútil para enfrentarse al enemigo cuerpo a cuerpo. Upham es un vencedor pero no un héroe. No es malvado, no es un asesino, no tiene malas intenciones. Sufre, llora, nos recuerda la brutalidad de la guerra. Nos cae bien porque intercede por un alemán al que van de matar a sangre fría. Pero también nos gusta por lo contrario: acaba matando a ese mismo alemán al final de la película, con la misma sangre fría que nos repugnaba de los demás pocos minutos antes. Su único disparo. Dadas las consecuencias de sus actos, no es quien debe recibir la gloria. Pero lo más probable es que lo haga.
El capitan Miller es tosco, hermético y distante. Se adapta, decide, actúa según sus capacidades e información. Da seguridad cuando su gente la necesita. No reclama gloria, ni necesita la adoración, no se siente héroe. Sabe sus limitaciones y se limita a la misión. No intima con sus soldados, es hermético sobre su vida civil.
Tácito escribió
Este es el punto más injusto de las guerras: todos reivindican para sí una parte de las victorias, pero achacan las derrotas a uno solo.
Vida de Júlio Agrícola. Tácito
Iniquissima haec bellorum condicio est: prospera omnes sibi vindicant, adversa uni imputantur.
De vita et moribus Iulii Agricolae. Publius Cornelius Tacitus.
Quizás algunos piensen que lo importante es el relato, porque quien reclama la victoria con más talento es proclamado héroe. Los ingenuos pensarán que al final la verdad se abre camino. En cambio, creo que lo grave moralmente es el paso inmediatamente anterior: proclamar que esto es algo parecido a una victoria porque, en realidad, tampoco es una guerra.
Como bien dice mi admirado David Bonilla,
La necesidad de héroes solo revela el fracaso de un sistema.
No more heroes. David Bonilla
Si no hay más remedio, si nos obligan a ver esto como una guerra, hay que aprender a distinguir al capitán Miller del cabo Upham.
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