Todos los días veo cómo se ensalzan a sí mismos muchos personajes públicos sin citar a sus equipos, que son los que casi siempre hacen el trabajo. Trump, Jobs,… el «adanismo«, esa actitud tan de moda, no es sólo creer y hacer creer que se es el primero de una era, sino también que UNO MISMO es quien la creará en solitario.

Pero muy poco se puede hacer sin equipos de personas detrás. Todas las que admiro han conseguido sus lo logros con la ayuda (o ayudando) a equipos brillantes. Y todo de lo que me siento orgulloso en mi vida profesional ha sido ayudado o ayudando a gente brillante: Mecus (con Rafa, Rocío, Vicente, Jose,…), EBE (Benito, José Luis, María, Ana, Rocío, …), WordPress España, WordCamp Europa, mi equipo de investigación en la Universidad, TEDxSevilla, …
Inversores, emprendedores, diseñadores,… muchas de las historias y épicas de nuestro tiempo son demasiado individuales, poco concordantes con el hecho de que si alguna persona llega lejos es siempre «subido a hombros de gigantes».
Muchos diréis que gran parte de la promoción corporativa es promoción del grupo, que se gastan millones en publicidad de corporaciones, en marcas, en imágenes no individuales. En la mayoría de los casos no me parece que muestren grupos de personas, sino estructuras, máquinas, marcas. Y si lo hacen, suele ser forzado, porque casi nunca son los propios miembros de una organización quienes lo producen. Muy pocas agencias publicitarias captan el ethos de una empresa. Hay que estar dentro para conocerlo (y en muchos casos, como el aire, no nos damos cuenta de que está rodeándonos).
Muy pocos grandes logros son solitarios. Un grupo con una dinámica, con unas relaciones, un trabajo comunitario, retomando el trabajo de otros, es quien hace las cosas. No se programa desde 0, se usan lenguajes y tecnologías de otros. No se diseña de manera completamente original, nos inspiramos en cosas que nos gustan. No se escribe una gran novela sin haber leído antes un buen puñado de obras maestras. Y no conozco ningún político lo suficientemente listo como para hacer el trabajo por el que le pagamos, por lo que sospecho que hay mucha gente ayudándoles a atarse los cordones de los zapatos… 😉
Este año he visto cómo solos somos poco. Pero cuando estamos en un grupo tenemos que ser la mejor versión de nosotros mismos, no ajustarse a lo que los demás piensan de nosotros. Porque sobrevalorar o infravalorar a los demás son ambos errores muy graves. Cuando creemos que los demás tienen habilidades maravillosas,maravillosas, estamos, en realidad, pidiendo que nos decepcionen. Cuando hacemos lo que esperan de nosotros, somos una fotocopia de la propaganda que mostramos a los demás. Nadie nos empuja a dar más de nosotros mismos. Sólo en equipos compenetrados y sinceros me he sentido a gusto. Cuando esa magia se ha perdido, no ha pasado mucho tiempo hasta que los problemas nos cazaban. Esa es, para mi, la mayor enseñanza del año.
La primera vez que lo sentí fue haciendo un periódico en mi instituto, el Gustavo Adolfo Bécquer, en Triana.Y voy repitiendo esa sensación maravillosa cada cierto tiempo.
Deja una respuesta