Lo demás y las barbas mojadas


Crónicas Bárbaras: enero 2006
El sabio Morales do Val sostiene acertadamente.

«Pero, por favor, que nadie se equivoque, ya ha empezado la caza de brujas, porque detrás de la Cope vamos los demás.»

Y me parece acertado en el sentido de que si se instala en nuestro país la idea de que hay una buena forma de pensar y una mala; si no hay una reacción inmediata a cualquier ataque frontal a los derechos fundamentales, cualquier totalitarismo es posible.

El gran Miguel Moliné expone otra cara del problema. Y con la ayuda de sus comentaristas pule todavía más el argumento. (Lamento copiar dos párrafos tan largos, pero no veía manera de extraer menos palabras sin eliminar la idea que quiero mostrar. Espero que Miguel se lo tome como un homenaje y no como un plagio)

«Pues bien, los partidos políticos catalanes, dando muestra una vez más de su «talante» democrático, han decidido limitar la tutela judicial —imprescindible para asegurar la libertad de expresión— y otorgar a un órgano administrativo —el Consejo Audiovisual— la capacidad para determinar no sólo qué información es veraz o no, sino la de cerrar temporalmente un medio de comunicación. Si la intimidación a quienes expresaban ideas contrarias al pensamiento «políticamente correcto» ya se aplicaba, esta nueva ley supone una paso más en esa dirección. Es la nueva cara de un totalitarismo que, aplicando una de las máximas del fascismo —«todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado»— pretende fagocitar la sociedad en el Estado. Como recuerda Sartori, «No basta que la libertad de expresión sea tutelada por el sistema jurídico; también es necesario que no haya temor. Allá donde existen intimidaciones y donde desviarse de la ortodoxia dominante nos pone en peligro (si no es que al margen), la libertad de expresión se vuelve anquilosada y, en consecuencia, la misma libertad de pensamiento es deformada». Y continúa: «Con la excepción de pocos héroes solitarios, quien teme decir lo que piensa acaba por no pensar lo que no puede decir».
Pero no acaban aquí las criticas relacionadas con los medios de comunicación. Hoy mismo, nos hemos enterado que un humorista de la cadena COPE le gastó una broma (sic) al nuevo presidente boliviano, Evo Morales, consistente en hacerle creer que hablaba con el presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero. Para empezar, digamos que calificar tal exceso de broma —como hace la COPE— sí es de verdad una broma y, por cierto, de muy mal gusto. El ejercicio del periodismo no sólo comprende derechos y libertades; también deberes y responsabilidades. Aquí hemos defendido el derecho de la COPE a continuar sus emisiones en tanto en cuanto no existiera una orden judicial pero, de la misma forma, exigimos ahora una rectificación pública por su comportamiento tan poco ético, y las correspondientes disculpas a Evo Morales y a Rodríguez Zapatero.»

(…)

De acuerdo con el control de la Administración pero siempre que se trate de aspectos administrativos. Valorar los relativos a la libertad de información no debe estar bajo el control de los políticos de turno y, mucho menos, la posibilidad de cerrar una emisora a través de un procedimiento administrativo tal y como contempla la nueva ley audiovisual catalana. Y por desgracia, pronto tendremos una nuevo estatuto del periodista que, si nadie lo remedia, camina en la misma dirección: el control político sobre los medios de comunicación.

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