EL HUNDIMIENTO, o los peligros de creer que todo seguirá siempre igual. (I)
Mi querida Eva trajo la otra noche “El hundimiento” Der Untergang , una película sobre los últimos días de Hitler y sus acompañantes en el bunker de la Cancillería de Berlín, un sitio donde estuvimos este verano. He tardado algo en verla, llevaba mucho tiempo deseando acercarme a ella, y ver cómo un equipo alemán es capaz de acercarse a esa porción de historia, a esa porción de infamia.
Me encantó porque no observé ni odio ni condescendencia en ella. No hay comprensión ni condena. Creo que el guionista y el director dejan eso para el espectador. De hecho, me provocó cierta desazón ese despegue de la humanidad del momento. Porque son mujeres y hombres los que son retratados en la misma. Ni monstruos, ni dioses, ni marionetas. Porque existe la tentación de ver a los personajes como marionetas de Hitler, hipnotizados por una mente diabólica, manipulados por un cuerpo menudo y ridículo. Pero son personas que creen ciegamente en su ilusión, en un montón de mentiras perfectamente diseñadas para atrapar a cuantos se acerquen a ella de forma inocente. Y capaz de absorber a aquellos que sólo quieren medrar, pues era simple de aparentar, con sus repeticiones retóricas de frases asertivas, invocando un deber superior que justifica cualquier acción; tal y como nos explicó muy bien Isaiah Berlin en el fuste torcido de la humanidad o los orígenes del romanticismo.
(Continuará)
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