Querido amigo Diego


Mi querido amigo diego m romero. Nos conocemos desde hace siglos, desde el año en que me llevó a Oxford en los cursos de inglés que organiza desde entonces(¡¡¡los días del Rye St. Anthony School!!!), allá por los ochenta. Con el tiempo se independizó y montó su curso en un pueblecito de Irlanda, Portumna, en el condado de Galway.

Los veranos en Portumna fueron fantásticos. Mis padres se gastaban el dinero en que yo aprendiera muchas cosas, no sólo inglés, incluido a vivir con gente muy distinta a mí. Desde entonces, nunca me he sentido extraño en el extranjero ni con extranjeros…¡nos parecemos tanto los europeos!

Cuando comencé en la Universidad, dejé de ir, como parecía razonable, para montármelo por mi cuenta de vez en cuando. Y al comienzo de un verano, el día que terminaba los exámenes de julio, me llamó a Granada y me pidió que me hiciera cargo de los chicos por un problema familiar grave: Me encargué de que no se desmadraran en Portumna veinte adolescentes… ¡yo era el jefe! Fue fantástico hacerle el favor: leí muchísimo aquel verano, y corrí por el «Forest» e incluso pude currar en uno de los pubs del pueblo. Él piensa que le hice un favor. Me lo hizo él a mí: cambié de alumno a profesor. Lo malo es que no creo haber ganado mucho.. je, je.

He aprendido mucho de él con los años, y eso que a él no el gusta enseñar… Conociendo durante mucho tiempo a gente diferente se conoce uno mejor a sí mismo, por que uno gestiona su propio cambio de forma más honesta y valiente. Siempre le tuve respeto y cariño y siempre percibí lo mismo en él.

Lo bueno es que, al convertirse un amigo de la familia, nunca hemos perdido el contacto, y ahora, con el skype hablamos mucho.

Gracias, Diego.

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