¡Qué interesante lo que escibe bicho!
«todo el mundo (ciudadanos y políticos) dio como evidente que los atentados supondrían una reacción contra el Gobierno si se demostraba que no había sido ETA, sino los islamistas»
Tanto como todo el mundo… es mejor decir: una opinión muy extendida o la interpretación más publicada, ¿no?
«De otro modo, ¿por qué se acusaba a Aznar de asesino, cuando era obvio que quien había ejecutado a nuestros conciudadanos fueron unos moros de Lavapiés? ¿Por qué se asumió como una evidencia, el que sufriéramos atentados por nuestra política exterior?»
Si tenemos en cuenta la primera crítica que he hecho, y circunscribiendo a los que entraron por ese aro, tienen sentido las preguntas.Probablemente tienen sentido porque las respuestas obvias no son las más interesantes, sino las alternativas.
Lo interesante aparece cuando nos preguntamos por las condiciones de posibilidad de las preguntas, por la capacidad del público de aceptar como válidas en el ágora política. ¿Qué sistema es este en el que se puede canalizar el odio tan fácilmente?, si es que el odio se canalizó así, algo que está por ver. (E imposible de ver, metodológicamente hablando es algo dificilísimo, por mucho que mis amigos de Madrid digan que es posible)
¿Qué noción de soberanía tuvo el pueblo entonces?
Esta pregunta me desconcierta…¡qué desazón! no la entiendo.
«Así, pues, a mi modo de ver, el problema de fondo no es si fue ETA o los islamistas, sino que, siendo los islamistas, los españoles arremetieran contra sus representantes por creerse el chivo expiatorio de los ejecutores terroristas, que pagaban en nosotros las «culpas» de su política exterior. Una democracia en condiciones habría expulsado a su presidente en las urnas si esa era su voluntad, pero no habría arremetido contra él por los atentados, sino por su impopular política internacional.»
Me temo que no, no acepto el razonamiento. Y vuelvo a un lugar común para mis lectores: Cada ciudadano decide su voto. Y es difícil interpretar las motivaciones. Los políticos viven en la ficción de que es posible, y se pasan su mandato pensando en las causas pasadas y en las futuras,…, ilusión alimentada por gente como yo, je je. Pero se vota para no tener ni que dar explicaciones ni que decidir continuamente.
Vox Populi, vox Dei. Si hago la abstracción de definir algunas motivaciones individuales (con las dudas sobre su validez que me surgen, dudas ya expuestas) ¿cómo voy a proyectar esas motivaciones a la totalidad de los votantes? Lamento que el metodólogo que llevo dentro salga tan furibundamente, pero NO ES POSIBLE.
Me parece mucho más interesante analizar los mensajes que fueron lanzando los partidos, su estrategia de comunicación. Decisiones y actos comprobables. O decisiones y actos no tomados, como por ejemplo el compromiso de un gobierno de concentración nacional y elecciones en seis meses… El papel de los partidos es enjuiciable. El de los ciudadanos y lo que votan me parece más peligroso.
¿Podremos ver a medio plazo un auge de la desafección democrática derivada de lo que hicieron (o de lo que no hicieron, que me parece más grave, además de más fácil de comprobar) los partidos el 11-14 M? A mis amigos de la sociología política les paso la patata caliente…
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