Evaluación de políticas públicas y datos abiertos: combinación explosiva

¿Dónde Vamos? Foto de Gianni DominiciNo solemos pedir a los poderes públicos que nos den acceso a qué se hace con nuestro dinero.

La forma clásica es a través de implementación de políticas evaluables y evaluadas, que consisten, grosso modo, en plantear la acción pública con indicadores de situación previa (antes) y de impacto (después), al mismo tiempo que se hace un estudio de costes. Una buena introducción (.ppt) nos la hace Rafael de Hoyos, y hay información interesante en el organismo del ministerio correspondiente (siempre hay una agencia sin importancia para las cosas importantes)

Una manera más clásica todavía es quedarse en la superficie, en la para-política (cómo se hace la política, apunte de Enrique Dans): quién se reúne con quién, quién da dinero a qué campaña, qué grupo de interés convence a los diputados para que una ley vaya en determinado sentido (*),… En esencia es parecido a las reclamaciones de los medios de comunicación para vigilar el poder político

Hay una tercera forma que me interesa mucho más, totalmente distinta: abrir los datos y dejar que los ciudadanos podamos ver cómo funciona «la administración de las cosas comunes». Ni que decir tiene que me conformaría con que lo que se haga a partir de ahora fuera accesible, tampoco quiero Jauja. Ya escribí sobre esto hace unos años, demostrando que mi ignorancia también es atrevida.

Mi querido Alfredo Romeo cuenta muy bien cómo podríamos llegar a datos públicos gubernamentales y nos ofrece el interesante vídeo de Lawrence Lessing que incrusto en la parte inferior. No menos interesante y más especializado es el gran trabajo que algunos, desde dentro, están haciendo para remover conciencias y el ambiente rancio (sin airear desde el dieciocho): Administradores en red mantiene mi esperanza de que es posible mejorar.

Nuestros políticos creen que preferimos creen que nuestra visión es la de un cliente de un restaurante: queremos la comida pero no ver cómo se hace. Pero no saben que cada vez tienen más éxito los restaurantes en los que la cocina está detrás de un escaparate (es una de las cosas que me encante de la cadena Wok y de su hermana mayor, Wagamama). Una vez que uno ve cómo se hace la comida, prefiere que siempre le enseñen la elaboración. Si no te dejan uno puede pensar: ¿qué tienen que ocultar?

Es curioso como en ningún estatuto autonómico de los creados en los últimos años se recoge como derecho ciudadano (como obligación de la administración, garantizada efectivamente en leyes de alto rango) la apertura de los documento públicos. Creen que el INE y sus clones autonómicos son suficientes.

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(*) Siempre escandalizo a mis amigos cuando cuento que nuestro sistema políticos no es tan distinto al norteamericano como creen. Mis lobbies favoritos de siempre han sido son los profesores universitarios, los farmacéuticos, los bancos y las empresas de gestión de derechos de autor.

Foto: ¿Dónde vamos? de Gianni Dominicci. (Versión original en flickr)

9 respuestas

  1. ¿los lobbies españoles que mencionas pueden, legalmente, pagarle muchos millones de euros indistintamente a los políticos o a sus partidos?

  2. @Nía los lobbies no sólo influyen dando dinero, aunque los bancos dan prestamos legalmente y los condonan legalmente sin problemas a los partidos políticos. (En magnitudes de millones de euros)

    La presión que ejercen los lobbies en España suelen ser (que yo sepa) más en términos de follón mediático (un cambio en la ley de medicamento puede ir como la seda o tener muchos artículos en prensa en contra de ella, o manifestaciones, o llamadas de gente influyente de cada partido en las provincias preocupándose,…)

    Una de mis obsesiones, por razones obvias, es la reforma de la Universidad. Ningún gobierno de la democracia ha conseguido reformar de verdad la universidad. Ha habido cambios, pero los importantes no han conseguido ser implementados. Ni el PP ni el PSOE han podido hacer lo que prometieron.

    El contraste claro es con los hospitales en los 80. Casi nadie se acuerda, pero los hospitales públicos los gestionaban médicos elegidos por médicos. Pasar a un modelo en el que un gestor puesto por la administración llevara aquello parecía un imposible. Se hizo. No pido lo mismo para la universidad, pero es sintomático que los poderosos en las universidades públicas sean los mismos y que no haya posibilidad de pedirles cuentas del rendimiento de su trabajo.

  3. Avatar de Luis F. Rull
    Luis F. Rull

    Yo si pido lo mismo!. Y la estupidez de que va en contra de la autonomía que recoge la Constitución no me parece sino eso, una estupidez. Un médico es perfectamente autónomo cuando diagnostica a un paciente, o cuando lo opera. La autonomía universitaria debería centrarse en lo que los «padres»(?) de la Constitución pensaron (?): Los poderes públicos NO deben entrometerse en la forma en que se enseña en la universidad, es decir aquello tan antiguo como la Libertad de Cátedra. Lo demás son mini-estadistos que funcionan con «pólvora del rey».

  4. A mí también me interesa más la tercera forma que propones, la de la transparencia. La administración debe estar al servicio de la ciudadanía. Para eso la hemos creado y para eso la financiamos entre todos a través de los impuestos. Por tanto, nada más lógico que el acceso público a lo que hace, cómo lo hace y con cuánto lo hace, sin perjuicio de la protección de los datos personales que sea necesaria en cada caso. Pero la gestión, cuanto más transparente, mejor.

    Me abruma que deposites tu esperanza en nosotros ;-). ¡Cuánta responsabilidad! Pero estoy contigo, es posible mejorar. Y seguro que la administración pública va a ir mejorando poco a poco, como lo viene haciendo ya. Lo que pasa es que nos gustaría que las cosas fueran más rápidas.

  5. Hay una diferencia con los lobbies usanianos: al no ‘existir’ aquí, los que hay no son nada transparentes. Sobre el de profesores, no estoy tan seguro de que realmente sea un lobby que representa a los profesores, sino a algunos de ellos, con criterios no muy claros 🙂

  6. Luis F Rull, los médicos no son autónomos. Los de la sanidad pública están obligados a recortar gastos, en el caso de los médicos de familia de dos maneras: limitando lo que recetan (no recetando, o recetando el más barato de varios medicamentos posibles, que no siempre es eficaz) y el acceso de los pacientes a los especialistas. Conozco el caso de alguien enviada a urgencias a toda pastilla porque un médico de familia intentó extirpar un lunar maligno, y después de abrir el agujero vio que le sobrepasaba.

    Si los médicos de familia remiten al especialista o dan más recetas de las que la Administración quiere, se pueden ver acosados, o en la calle.

  7. @fernand0 ¿no existen? ¿qué es la CRUE (Conferencia de Rectores) sino una asociación privada pagada con recursos de cada Universidad (la mayoría públicos)?
    Por supuesto que los profesores de universidad que influyen como lo hacen los lobbies no representan a todos los profesores, representan a los que tienen tiempo para presionar, a sí mismos. Aunque a mi me gustaría que representaran el bien común, o por lo menos el de sus alumnos 😉

  8. Luis, el problema desde mi punto de vista lo das al final de tu post. Nuestros políticos están empeñados en sus paranoias que no interesan al común de los mortales. Aquellas que pueden interesar a algunos de nosotros, porque van en línea con la sociedad hacia la cual nos abocamos, directamente la desconocen completamente.

    Espero de todas maneras que nuestras administraciones sepan entender la importancia de este tipo de cuestiones. Fíjate, la Junta de Andalucía obliga a que cada sw desarrollado y pagado por parte d el amisma sea libre, evolución enorme. Espero que la de datos públicos llegue finalmente!

  9. […] mismo, en paralelo surge un debate de cómo de transparente debe ser la Administración Pública. Luis Rull comenta un símil con mucho acierto: Nuestros políticos creen que preferimos creen que nuestra visión es […]

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