Endogrupos y exogrupos

¿Cómo afectan a nuestras vidas las características de los que nos rodean?
¿Les afectan a ellos las nuestras?
Como soy sociólogo, debo decir que creo profundamente en la respuesta positiva a esas preguntas. Y no es sólo porque sean unos de los postulados de la existencia de la disciplina, sino porque cada vez que pongo la hipótesis a prueba, sale indemne. Es posible que me salga un cisne negro uno de esto días, pero hasta ahora sólo he encontrado cisnes blancos.

La hipocresía es uno de las cosas que más te asombran cuando te acercas a un grupo distinto al tuyo y te sueltan algún detalle interno. Uno puede ver cómo los dos niveles de interacción entre personas, el revelado y el oculto, pueden tener diferencias irreconciliables. Lo que uno cree sobre otras personas se va recomponiendo constantemente, ya sea porque incorporamos nueva información o porque vamos olvidando información y reteniendo otra.

¿Cómo de impresentable puede ser un grupo de personas adultas, educadas, cultas, divertidas, con algo de dinero y «de izquierdas» en una ciudad como Sevilla? En una clase reciente, un profesor alemán nos hablaba de cómo lo que él denominaba «deseabilidad social» podría arruinar una encuesta o investigación. Tratábamos los distintos tipos de errores de medida que podría tener una investigación y, criticando la suya propia, nos habló de lo difícil que era en algunas ocasiones evitar ese error. Cuando quieres saber si una población es antisemita no te queda más remedio que preguntarle a la gente algo parecido a que si los judíos controlan el mundo, o si son inferiores o, algo así ¿Cómo hacerle a una persona una pregunta para saber si es un cabrón?

De la misma manera, es difícil llegar hasta lo cotidiano de las personas, hasta sus convicciones o ideas que una persona tiene realmente. ¿Cómo saber que una amiga piensa en la bondad de quien es capaz de ponerle los cuernos a su pareja y, jactándose de ello, humillar lo/la? Porque, en frío, te dirá que es una ignominia, que no ha tenido el más mínimo respeto, etc.,… Pero ¿podría reírse si la diferencia de edad es muy grande, si la otra persona es muy atractiva o famosa?

Un dicho decía que lo único que tenían en común los comunistas y los católicos es que caían siempre en la trampa de pensar que sus enemigos eran tontos y, claro, se pegaban unos batacazos impresionantes. Va a ser que los “progres” y los “conservadores tramontanos” van a tener en común su hipocresía. La dictadura de lo políticamente correcto en el sur más atrasado de Europa.

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